miércoles, 3 de junio de 2015

(Fragmento de Novela en proceso)


Sentías la fuerza con la que mi sexo se animaba, con la que se despertaba al simple contacto, al simple roce de tu ser. Sabías lo que quería; y sabías muy bien lo que tú querías, lo que ambos deseábamos. Tus palabras solo eran un cáliz embriagador aderezadas con ciertos silencios, con cierto mirar tan tuyo, tan único. Adoptabas en esos segundos una sumisión que se llegaba a mis brazos, a mis caricias lascivas que buscaban la intimidad de tu cuerpo, la suavidad y pureza de tus pechos extraviados.

Te amaba. No lo sabía a ciencia cierta, no lo supe en realidad, hasta ese momento en que te sentí perdida, hasta el momento aquel en el que tuve que dar la vuelta y cerrar con la puerta tras de mí, esas veladas de vino y de poesía.

Esa noche, me mirabas con una calma sin igual, y deseabas que todo aquello fuera cierto, que no simplemente se quedará en una pasión nocturna, rutinaria; elaborada únicamente por casualidad, o por simples instantes de deseo.


Yo buscaba tenerte toda, hacerte mía y consumirte tal como las llamas consumen a su paso lo que tocan. Ya era hora. Tantos instantes, tanto verbo, tantas caricias llevándonos a un mismo punto. Tantas respiraciones entrecortadas en las que ambos nos fuimos envolviendo, tantos compases marcados por el segundero que yacía en tu muñeca derecha. Tantos deseos mal entendidos. Y solo tú, semidesnuda; con esos pechos tan encarnados y tan dispuestos, pero envolviéndome con una mirada llena de ternura y suplicando que me detuviera, mientras que yo intentaba desnudarte por completo y hacerte mía.

                                                                                                    WAR.



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